Aosta

Regresar a la Val d Aosta, después de tantos pero tantos años, resultó-y no podía ser de otra manera- un viaje en el tiempo. El clima ayudó, con sus nieblas y nevadas. Nada como la neblina para despertar recuerdos. Además, llevar a A, que no conocía la zona, fue parte del disfrute. Me sentía como el jefe de la expedición, inventando detalles que no podía recordar dado que mi presencia en la zona fue varias décadas atrás.  El otro deleite fue ver al joven U- nuestro pequeño cachorro- disfrutan su primera nevada. Y por supuesto, la comida: fontina y risotto de hongos que nos alegraron el paseo por la bella Aosta ciudad.