Esta noble y decadente ciudad del Languedoc esta cruzando el paso de Portillon, a pocos kilómetros de la Val de Aran catalana. Fue antiguamente famosa por sus aguas termales , por lo que sus palacetes tienen un aire a Montaña Mágica de Thomas Mann. Hoy, mantiene el turismo gracias a ser una de las etapas del Tour de France. Para los amantes del queso, es la escapada perfecta desde la Catalunya poco quesera a la Francia llena de cremosas alternativas.
Sirva además como punto de visita a los lagos de la región, a las pequeñas iglesias románicas, a las praderas llenas de flores silvestres y, ¿porque no? , a una buena crepe…