Cracovia es una ciudad compleja. Al caminar por sus calles, sus numerosas iglesias nos recuerdan que son un pueblo muy católico y sin embargo, el judaísmo dejó huella indeleble; los majestuosos teatros se alternan con graffitis que adornan grandes fachadas; los refinados cafés al aire libre tienen alguna quincalla de objetos turísticos.
Debajo de la plaza central han encontrado la antigua ciudad medieval y con los restos han hecho un didáctico museo de historia de la ciudad.
A pesar de la modernidad, hay un algo de tragedia en el aire. A pocos kilómetros están Auschwitz y Binkernau. En los frondosos jardines , el sonido de las hojas recuerdan el bosque de Katin.
Ciudad orgullosa y fiera que merece la visita.