La plaza tiene una torre,
la torre tiene un balcón,
el balcón tiene una dama,
la dama una blanca flor.
Ha pasado un caballero
-¡quién sabe por qué pasó!-
y se ha llevado la plaza,
con su torre y su balcón,
con su balcón y su dama,
su dama y su blanca flor
Antonio Machado
Acabo de regresar de Verona. En mi primera noche, deambulando por las callejuelas del centro histórico, me encontré con unos amigos con los que hicimos una parada casi de rigor: ir a ver el balcón de Julieta. Lo curioso es que ya casi ni es balcón y nunca fue de Julieta. El palacio del # 23 de la vía Cappello quizás nunca perteneció a los Capuleto, por lo que las posibilidades de que Julieta se asomara alguna vez por dicha atalaya son realmente ínfimas. A esto cabe agregar que hoy en día el palacio es un hotel con acceso restringido a los huéspedes. No se si por venganza o por mera estupidez, los turistas les ha dado por dejar chicles masticados pegados de las paredes de la entrada lo cual da un aspecto de metro de suburbio.
Pero Verona sigue igual de esplendida. Una paseo por la ciudad en plan distraído y meditabundo, viendo hacia lo alto, nos permite captar la magnificencia de esta ciudad de balcones.
Los balcones tienen algo de ensueño. Son lugar de expectación. En ellos se espera algo o a alguien: nos asomamos a ver si alguien nos busca, a despedir a alguien que se va, o a esperar escondidos que alguien se vaya de la casa, o a mirar a otros en la acera de enfrente a la espera que algo insólito acontezca… Aun cuando creemos que no estamos esperando nada, la permanencia en un balcón nos pone en contacto con el tiempo que transcurre ante nosotros, siempre a la espera que repentinamente se detenga y nos de alguna sorpresa. Son lugares estáticos en continuo movimiento.
Para el que los ve desde abajo, la vista genera igualmente curiosidad: quien aparecerá o desaparecerá, quien se asomó alguna vez, quien no se asomará nunca mas.
De modo que poco importa si aquel balcón del # 23 de la vía Cappello perteneció a Julieta. Vagabundear por Verona regala a cada visitante un balcón, con su dama, su torre y su flor para conservar en el recuerdo.