
Galileo ante la Inquisición
Con motivo de la celebración del año internacional de la Astronomía, el diario el País ha publicado biografías de los grandes cientificos que transformaron la visión del mundo.
En vista que hace poco la iglesiaa pedido disculpas por lo que le hizo a Galileo ( les tomó un poco más de 400 años..) inicio esta serie con su biografía.
La condena de las teorías de Copérnico y las tribulaciones de Galileo
El 19 de febrero de 1616 se pusieron las bases del proceso contra el astrónomo italiano por sus ideas heliocéntricas
DAVID BARRADO Y NAVASCUÉS 21/01/2009
El País, España
«…Dadme las naves y adaptadme las velas al viento celeste; habrá gente que no tendrá miedo ni siquiera de cara a aquella inmensidad. Y para estos descendientes que ya dentro de muy poco se aventurarán por estos caminos preparemos, oh Galileo, yo una astronomía lunar y tú una joviana«. Johannes Kepler a Galileo Galilei en Dissertatio cum Nuncio Sidereo
El instrumento maravilloso
Otra disputa con un miembro de esa orden, en este caso Horazio Grassi, fue por la naturaleza de los cometas. Diversos intelectuales ligados a varias órdenes religiosas (aunque también encontraría aliados dentro de alguna de ellas) asediarán a Galileo de manera implacable.
Años más tarde, el 22 de junio de 1633, a pesar de la protección de los duques de Toscana, la poderosa familia Medici, Galileo será formalmente condenado por la Inquisición y forzado a abjurar, de rodillas y bajo amenaza de torturas, de la teoría de Copérnico, calificada de herética. Y lo es a instancias de su supuesto amigo, el pontífice Urbano VIII, elevado al trono papal en 1623.
Prohibición de un libro de Galileo
La historia de Galileo y la prohibición de su libro Diálogo sobre los dos grandes sistemas del mundo, donde exponía de manera contundente la superioridad de la teoría copernicana que situaba al Sol en el centro del universo (y por tanto forzando el movimiento de la Tierra, lo que se oponía a la interpretación literal de ciertos pasajes de la Biblia) frente a la visión geocéntrica y geoestacionaria de Claudio Ptolomeo es, verdaderamente, fascinante. Y ello a pesar de las limitaciones impuestas por Urbano VIII durante el proceso de edición del libro, completamente supervisado por la jerarquía romana y que le dio, en un primer momento, el imprimátur, la declaración oficial de estar libre de error moral o doctrinal.
Todo el proceso es, en verdad, de gran complejidad, digno de la mejor novela de conspiración renacentista. Desde sus antecedentes históricos (el desarrollo de la teoría heliocéntrica por parte de Nicolás Copérnico) prácticamente un siglo antes, pasando por los métodos procesales de la Inquisición (que se soslayaron o incluso contravinieron en el caso Galileo), la guerra ideológica entre partidarios y enemigos de Galileo en el mundo académico, hasta el papel de la política internacional, incluyendo la lucha contra el protestantismo y el enfrentamiento entre España y Francia que forzó la reorientación de política de Urbano VIII, lo que bien pudo influir en su cambio de opinión, tan drástico, respecto a la obra de Galileo. Y llegando hasta la revisión del caso por una comisión de expertos a partir de 1979 por indicación de Juan Pablo II. El llamado caso Galileo está repleto de múltiples manipulaciones de inquisidores e historiadores, que llegan hasta el fraude y la tergiversación descarada de evidencias.
«Eppur si muove»… Probablemente Galileo, anciano y derrotado, no pronunció está frase al salir de la sala donde tuvo que abjurar de la teoría heliocéntrica. «Y sin embargo se mueve»… En cualquier caso, algunas pruebas empíricas del movimiento de rotación de la Tierra son:
– La caída libre de los cuerpos, ya sugerida por Galileo. Al caer se desplazan hacia el Este. La primera confirmación se obtuvo en un experimento realizado en 1791 desde la Torre de los Asinelli, en Bolonia.
– El péndulo de Foucault. La primera comunicación se realizó 1851.
– La desviación de los proyectiles de artillería hacia la derecha en el hemisferio Norte.
– La aberración de la luz, descubierta por James Bradley en 1728, y que es el resultado de la suma de la velocidad finita de la luz con la de la Tierra en torno al Sol y produce una variación de la posición aparente de las estrellas.
Galileo muere, ciego, el 8 de enero de 1642, a punto de cumplir 78 años, después de haber pasado los cinco años posteriores a la condena confinado en su casa de Florencia y bajo la sospecha de la jerarquía eclesiástica los últimos cuatro. A pesar de ello, siguió trabajando en ciencia y en la realización de diversos experimentos hasta prácticamente sus últimos días.
En cualquier caso, Galileo Galilei es uno de los grandes científicos de todos los tiempos y el padre de la Física moderna. Gracias a él, nosotros sí podemos afirmar «eppur si muove».
David Barrado y Navascués pertenece al Laboratorio de Astrofísica Espacial y Física Fundamental del Centro de Astrobiología