En estos días tuvimos la oportunidad de visitar la Grotta Gigante de Trieste. En realidad, el orden de las cosas es el siguiente: como estábamos en Trieste, decidimos que queríamos aprovechar para ir a conocer las grutas de Postojnska en Eslovenia , que esta a pocas decenas de kilómetros de Trieste. Los motivos eran varios. Uno, es la fama de la gruta, que cuenta con mas de 20 kilómetros de galería y parece ser que hay áreas muy hermosas; dos, por que tendríamos que atravesar una parte del Carso, famosa por sus parajes hermosos; y tres, porque nos encanta la sensación de conocer otro país: es como si se despertara ese pequeño Alejandro Magno que tenemos dentro y nos entra una suerte de emoción por el nuevo y conquistado territorio así la conquista sea en coche y pagando peaje.
El Carso otoñal me impactó por sus colores que me recordaron los del New England en su variedad único de tonos de amarillos, rojos, naranjas, marrones. El horario, en cambio, no nos permitió visitar la gruta. de modo, que nuestro second choice, muy a la mano y que permitiría satisfacer nuestro espíritu de espeleólogos de fin de semana , era la Grotta Gigante, en Sgonico (Trieste).
La fortuna hizo que pudieramos hacer la última visita guiada del día, con un grupo que se reducía a un joven padre con su hijo de unos 7 años y nosotros dos, además del guía. La gruta para nosotros 5.
La primera gran ventaja fue que a pesar que no se permite tomar fotos en visitas guiadas con grupos grandes, se me permitió tomar a mis anchas cuantos disparos quise. Intenté compensar la falta de trípode lo mejor que pude y me dí un verdadero banquete.
La segunda gran ventaja es que es un espacio de una magnificencia única donde parte del disfrute está en el silencio. Es una de esas oportunidades en la que se puede estar en un lugar con un silencio absoluto; de aquellos silencios que pueden llegar a dar dolor de oídos.
La presencia del niño fue una delicia: sus expresiones de asombro eran pocas pero de una carga tremenda emocional. Disfrutó el paseo y sobretodo, vivió la experiencia de la conquista ( otro más con un pequeño Alejandro interior) por el hecho de estarla haciendo en una situación quasi intima con su padre. Era un descubrimiento de los dos.
No quiero entrar en los detalles técnicos que hacen de esta gruta un lugar tan especial. Es un espacio único y quizás la gruta mas alta conocida gracias a sus casi 100 metros de altura que hace que las estalactitas que se forman tengan una especial forma de «hoja abierta»: parecen árboles . Esto se debe a que la gota de agua que cae y arrastra los minerales tiene un efecto expansivo al caer , algo que diferencia estas estalactitas del resto de las estalactitas en otras grutas.
El descenso por 500 escalones es muy mitológico, un paseo guiado al Hades con posibilidad de retorno. Intenté no ver hacia atrás ante la posibilidad no siempre descartable que aquellas hermosas formaciones verticales en realidad habían sido turistas incautos convertidos en estalactitas ( idea que se me ocurrió por un cortocircuito en mi cerebro entre el mito de Orfeo y Euridice con la huída de Lot de Sodoma).
Hay partes que recuerdan paisajes lunares. Mientras escribo esta frase me río porque mi imagen de lo que puede ser la Luna es más el resultado de colocar en mi thermomix cerebral las fotos que nos llegaron del Apolo 11 (allá por 1969) con Jules Verne ( más o menos en la misma fecha para mí, en la que mis lecturas iban por aquellos derroteros…).
La caverna central tiene dos curiosos tubos verticales que , además de servir para que los visitantes sepan que el hombre moderno invadió esta pre histórica gruta de mas de 10 millones de años, es parte del equipo de trabajo de los científicos que trabajan en ella para tomar mediciones.
Vale la pena el viaje y si hecho en temporada baja, mucho mejor.