Una lagrimita para Claudia

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=-T35WXFOmwI[/youtube]

ust yesterday morning they let me know you were gone
Susanne the plans they made put an end to you
I walked out this morning and I wrote down this song
I just can’t remember who to send it to
I’ve seen fire and I’ve seen rain
I’ve seen sunny days that I thought would never end
I’ve seen lonely times when I could not find a friend
But I always thought that I’d see you again
Won’t you look down upon me, Jesus
You’ve got to help me make a stand
You’ve just got to see me through another day
My body’s aching and my time is at hand
And I won’t make it any other way
Oh, I’ve seen fire and I’ve seen rain
I’ve seen sunny days that I thought would never end
I’ve seen lonely times when I could not find a friend
But I always thought that I’d see you again
Been walking my mind to an easy time my back turned towards the sun
Lord knows when the cold wind blows it’ll turn your head around
Well, there’s hours of time on the telephone line to talk about things
to come
Sweet dreams and flying machines in pieces on the ground
Oh, I’ve seen fire and I’ve seen rain
I’ve seen sunny days that I thought would never end
I’ve seen lonely times when I could not find a friend
But I always thought that I’d see you, baby, one more time again, now
Thought I’d see you one more time again
There’s just a few things coming my way this time around, now
Thought I’d see you, thought I’d see you fire and rain, now
(Publicado en Tal Cual,  Miércoles 21/10/2009)


El Festival de Cap Roig, en la Costa Brava tiene un sitial de honor en las múltiples ofertas del verano musical catalán. En él se conjugan grandes  artistas en el marco de un enclave rocoso rodeado de hermosos jardines donde la espera se baña con buena cava.

Tan pronto compré las entradas para ver a James Taylor, le avisé a mi amiga Claudia, a miles de kilómetros geográficos pero a escasos centímetros de mi corazón.

Me hizo una sola petición: “Cuando cante “You´ve got a friend” dedícale una lagrimita de mi parte”. Muchos son los conciertos a los que se asiste desde un sentimiento único y compartido: la nostalgia. Se va a un espectáculo de Paul McCartney con los Beatles incrustados en el corazón; somos capaces de asistir a un recital mono-melódico: el de un interprete que ha pegado una sola canción en su vida y nos ha dejado una huella tan profunda que queremos escucharle en vivo aunque sea una vez.

DSCN4047 - CopyHay una ventaja cuando la nostalgia es el punto de partida: somos más tolerantes, menos críticos, dispuestos a aceptar una gaffe aquí y allá; aquel artista pasado de años que pretende emular al joven rockero y que lejos de lograrlo genera la angustia de un posible platanazo no ensayado.

Hay otros riesgos: hace poco mas de un año fui a ver aquel icono de la canción italiana que es Ornella Vanoni.  Me encontré a una patética señora para quien sus 70 y pico años son su calvario, maltrecha por exceso de bisturí y toxina botulínica, cantando bajo los efectos de alguna  infusión que le hacia olvidar las letras de canciones, la afinación propia de su fama y hasta los nombres de los músicos de su banda… En fin, son los riesgos que debe asumir el que ansia un encuentro con un amor pasado.

Pero James Taylor -con poco más de 60 años y un  pasado de sufrimiento y excesos que ha horadado gruesas arrugas en su tez- es un artista impecable. Su voz, escasa y afinada, sus baladas tiernas e intimas, nos transportan a una Norteamérica rural, de valores certeros, de vida sencilla: huelen a tarta de ruibarbo con helado de vainilla, crujen como las hojas multicolores que cubren los parques en los otoños de New England.

Hay en el auditorio una gran expectativa por la canción que estuvo de moda en los 70s que, si bien compuesta por Carole King, es Taylor quien la lleva a la fama. El clímax del concierto finalmente llega, sin mayores anuncios. Guitarra en mano y mucho sentimiento a flor de piel, Taylor empieza a interpretar “You´ve got a friend”. Pero entonces soy yo la que me desenfoco: en vez de meterme en la canción, me encuentro observando al auditorio: emocionado pero contenido, muy pocos cantando, algunos tímidamente tarareando. Que distintos somos los seres humanos: podemos estar compartiendo una misma emoción pero la manifestamos de manera diferente: un público caribeño hubiese estado brazos en alto, ondulándose  de un lado al otro hasta aplastar al vecino y aquel estribillo hubiese sido cantado al unísono, sin distingo de conocimiento de idioma y a viva voz: “Guintesprinsomerofoooooooooollll….

Pocas canciones después, termina el concierto. El encore y el entusiasmo han pegado al público de la tarima de madera. Me encuentro entre extasiados asistentes con pieles quemadas por el bravo sol de aquella costa catalana, nostálgicos sin nacionalidad, apiñados a los pies de Taylor: una masa de adultos contemporáneos con recuerdos de años mozos en universidades de la costa este americana. “What a wonderful world it could be”, “Fire and Rain”,..

Y mientras le doy fuertes palmadas a la tarima miro a un Taylor a pocos centímetros… Allí está Claudia riéndose,  cantando a  todo gañote aquellas canciones cuyas letras ya no recordamos.
DSCN4036 - Copy