Kafka en Praga

franz-kafkaUna jaula salió en busca de un pájaro

Frank Kafka, Tercer cuaderno en octavo

A pesar que la guía Michelin no recomendaba el Museo Kafka en Praga, decidimos visitarlos. Nos parecía una injusticia no rendirle un pequeño tributo a este gran personaje tan asociado a la historia contemporánea checa.

Pienso que la guía hace una verdadera injusticia porque el museo bien vale la visita. La museología es extraordinaria: se transita por la vida y obra del escritor, de sus sentimientos, de sus agobios, de sus amistades. Los textos que acompañan las fotos son algo más que una mera referencia a una imagen: son textos inteligentes y doctos. Deben haber sido escritos por unos conocedores a fondo de la obra del escritor. El montaje es igualmente muy bueno ( coproducido por Cataluña, grandes maestros en museología).

franz_kafkaKafka en Praga. Espacio Existencial

Se entra a la primera parte de la exposición subiendo por una escalera pequeña y estrecha para llegar a una habitación con poco luz. Recibe un sonido de agua. Da la sensación de estar bajo el agua.  Hay una filmación donde transcurren viejas imágenes de Praga y se ven con un efecto ondulante, como si se estuvieran viendo desde el fondo de un río. El Moldava. Da la sensación de estar en la escena de la película de Luc Besson, El gran azul, con el agua que llena la habitación desde el techo, oprimiendo hasta la asfixia el personaje principal.

El agobio que puede sentirse en estas condiciones son las ideales para empezar a ver en las diferentes vitrinas las fotos de la infancia de Kafka y la imponente presencia de su padre Hermann.

Praga actua en Kafka confinándolo a un espacio , reduciéndolo a un ghetto autoimpuesto. Necesita la ciudad y ella lo estrangula. Praga la de la magia oscura. La que no es evidente y que justamente por eso atrae tanto su atención.

Praga en Kafka

Kafka no nombra explicitamente lugares en sus obras ( con alguna excepción).  Describe y deja que el lector imagine el lugar.  Leo en las descripciones: » Kafka convierte a Praga en una topografía imaginaria que trasciende la falacia del realismo» «Las construcciones son metáforas topológicas o lugares alegóricos. ¿Hasta donde puede conducirnos la metamorfosis de una ciudad? »

Kafka nace en el interior de un mito llamado Praga. Checos, alemanes y judíos, reunidos pero separados. Nace en el marco de una familia judía, economicamente estable, inmerso en miedos, culpas, tiranía y afecto.

Su juventud se ve marcada por el caso Hilsner , una suerte de caso Dreyfus centroeuropeo que formó parte de una de las tantas olas antisemitas.

«A veces imagino el mapamundi desplegado y a ti extendido universalmente en él. Entonces me parece que, para vivir yo, sólo puedo contar con las zonas que tu no cubres o que quedan fuera de tu alcance. Y en estas zonas, de acuerdo con la idea que tengo de tu grandeza, no son  muchas ni muy confortables»

Carta al padre, FK

Praga es jaula y refugio. Quizás su padre también.

Funcionario y artista

La segunda parte de la exposición es el Kafka abogado , burócrata exitoso pero infeliz, decepcionado, aburrido.

Sus dibujosfranz-kafkas-drawings-192202

Kafka se sentía mas dibujante que escritor. Se conservan unos 50 bocetos

El círculo íntimo

Max Brod

Max Brod

Hay varias figuras  importantes en la vida de Kafka. Max Brod es una de ellas . Es su amigo , su albacea testamentario y primer biógrafo. Viajan juntos. Y sobre todo, desobedece la última petición de Kafka que consiste en destruir todos sus manuscritos. Dice Borges: » A esa desobediencia feliz debemos el conocimiento cabal de una de las obras más singulares de nuestro siglo».

También marcará su vida Berta Fanta, por cuya casa pasaron los grandes intelectuales de la época, incluyendo el propio Einstein, que para entonces era profesor en Praga.

El contacto con Jizchak Lowy y su grupo de teatro establecen un punto de inflexión de las relaciones de Kafka con el mundo del judaísmo al verse muy influido por el teatro yiddish.

Bodas siempre postergadas

«Sísifo era soltero»

Diarios, FK

sus-mujeresLa sección dedicada a sus relaciones de pareja  ilustra la complejidad, la inconformidad e  infelicidad. Felice Bauer, Grete Bloch, Julie Wohryzek, Milena Jesenská (su primera traductora, su única novia no judía y probablemente su gran amor; muere en un campo de concentración nazi); Dora Diamant, su última compañera que lo acompaña hasta su muerte por tuberculosis.

Las hermanas de Kafka murieron todas en campos de concentración nazi.

Sus escritos

La última parte de la exposición transcurre por sus escritos: América, La metamosfosis, El Castillo, El Proceso…

«El Mesías sólo llegará cuando ya no haga falta»

FK

Aparecen materiales inéditos de Kafka

Tesoro. Están en Israel, en manos de las herederas de Max Brod, el albacea del escritor

GUILLERMO ZAPIOLA, El País

Perdón por el lugar común: la historia parece kafkiana. Es inevitable, claro, porque en su centro hay una abundante polémica que involucra a toda una serie de documentos inéditos de, casualmente, Franz Kafka.

La historia comenzó poco antes de la muerte de Kafka, por tuberculosis, en 1924. En ese momento, el escritor checo pidió a su amigo y albacea Max Brod quemar toda una serie de documentos escritos por él que permanecían en su poder.

kafkaysuspapelesAfortunadamente para la cultura universal, Brod incumplió con el pedido del moribundo. Mientras la parca obra literaria de Kafka (El proceso, El castillo, La metamorfosis, América y unos pocos textos más) lo convertían en uno de los tres o cuatro mayores literatos del siglo XX, Brod se quedó con los documentos de Kafka.

La invasión nazi a Checoslovaquia lo obligó empero a huir de su país. Empaquetó las pertenencias de su amigo en una maleta y escapó hacia Jaffa (actual Tel Aviv), en lo que luego sería Israel, donde se estableció en 1939. Allí cedió parte del material a algunos archivos oficiales, entre ellos los manuscritos de La metamorfosis, El castillo y América, pero retuvo buena parte de diversos materiales personales de Kafka. Viudo y sin descendencia, Brod mantuvo relaciones con varias mujeres, entre ellas su secretaria, Esther Hoffe, a quien legó sus pertenencias al morir, en 1968, a la edad de 84 años.

CONSERVACIÓN. Durante casi cuarenta años, Hoffe conservó los materiales de Kafka, así como otros producidos por el propio Brod, en su departamento de la calle Spinoza, algunos de ellos en altos pilones sobre su escritorio (que perteneciera originalmente a Brod), donde comía y escribía a máquina.

Muchos eruditos piensan que entre esos papeles hay cartas, postales, dibujos y otros objetos personales de Kafka, que podrían arrojar nueva luz sobre la personalidad y la obra del escritor. Sin embargo, su acceso a ese material ha sido muy limitado. La última vez que algunos especialistas tuvieron un fugaz acceso a ellos fue en la década del ochenta. Desde entonces Hoffe se negó a mostrar los documentos o a cederlos a una institución pública como la Biblioteca Nacional de Jerusalén, que los solicitó reiteradamente para catalogarlos y conservarlos en las condiciones adecuadas.

Hoffe no tuvo empacho, empero en vender algunos de los manuscritos. Hace veinte años subastó en el Reino Unido el manuscrito de El proceso, recibiendo por él dos millones de dólares, la mayor cifra obtenida por un manuscrito moderno. El comprador lo cedió a una biblioteca pública alemana.

Sin embargo, otros textos permanecieron en almacenes israelíes y extranjeros, y en el propio apartamento de Hoffe en Tel Aviv. Según lo señalara el estudioso Nuri Pagi, que escribe un doctorado sobre Brod para la Universidad de Haifa, «todo el mundo ha intentado acceder a este material, pero se han vuelto con las manos vacías. Es como un rompecabezas detectivesco y kafkiano que al parecer alguien no quiere que se resuelva».

En 1974, Hoffe fue detenida en el aeropuerto internacional Ben Gurión cuando intentaba salir del país con algunas cartas de Kafka y su diario de viaje. Se la acusó de ser sospechosa de infringir la Ley de Archivos, que prohíbe sacar de Israel material de archivo valioso antes de que la administración lo haya registrado y copiado. Hoffe accedió entonces a que se catalogaran todos los documentos y objetos de su colección privada, pero los técnicos del departamento de archivos aseguraron que la anciana seguía ocultando el material más valioso e incluso se llevó parte de él al extranjero.

Esther Hoffe murió el año pasado, a los 101 años, y su legado ha pasado a manos de sus hijas Ruth y Hava, quienes han indicado que en un futuro cercano se tomará una decisión sobre los codiciados documentos. La mayor preocupación de los especialistas es hoy, empero, el estado en que puedan encontrarse los documentos en cuestión, acaso deteriorados tras décadas en pésimas condiciones de conservación.

INQUIETUD. Las autoridades de Tel Aviv temen que los papeles, con un alto contenido en ácido sulfúrico, hayan tolerado mal las condiciones de humedad del apartamento de Hoffe en el centro de la ciudad, a lo que se añade el estropicio que pueden haber causado las docenas de perros y gatos que la anciana mantenía en el apartamento hasta hace dos años, cuando una inspección de sanidad tuvo que intervenir después de que los vecinos denunciaran el mal olor del domicilio. En esa ocasión se le pidieron a Hoffe los documentos pero una vez más se negó a entregarlos.

Recientemente, Hava Hoffe ha declarado que piensa escribir una biografía de Max Brod, de quien sostiene que fue «como un verdadero padre» para ella. También ha dejado entrever que la documentación de Kafka y Brod está en «un lugar seguro» que prefirió no identificar. «¿Cree que somos tan estúpidas?», preguntó.

La pornografía y cómo vender más libros

La colección de revistas `porno` de Franz Kafka, adquirió hace unos días una inesperada popularidad cuando se publicó una referencia a ella en la reciente biografía sobre el escritor publicada por el británico James Hawes. Equivocándose, el diario británico The Times llegó a afirmar que la noticia era «una revelación».

No hay tal, señala Reiner Stach, también biógrafo de Kafka, quien sostiene que el énfasis en el tema es un truco publicitario para vender el libro de Hawes. Ya se sabía que Kafka y Max Brod estaban suscriptos a las revistas Amethyst y Opale, dos publicaciones que contenían ilustraciones (no fotos) pornográficas, con cierto valor de caricatura.

Kafka no las tenía escondidas aunque las mantenía en una parte de su biblioteca cerrada bajo llave. Su argumento, por lo menos (según carta a Brod), era que allí guardaba también su libreta de ahorros. Pero Hawes no ha descubierto la pólvora: la famosa «colección porno» ya había sido mencionada hace 50 años por otro biógrafo de Kafka, Klaus Wagenbach.

Identidad con datos ambiguos

Una polémica colateral pero no insignificante acerca del legado de Franz Kafka y Max Brod tiene que ver con el lugar donde ese material debería ser preservado. Por supuesto, Kafka fue un judío checo que escribió en alemán y cuyos sentimientos con respecto al sionismo fueron ambivalentes («lo admiro y me provoca náuseas»), en lo que debe ser entendido como un cuestionamiento de su propia identidad judía. Por su parte, Brod fue un sionista convencido que vivió largamente y murió en Israel. ¿Dónde deben quedar esos materiales?

Mark Gelber, un erudito en Kafka y catedrático de literatura comparada en la Universidad Ben Gurión en Beer-sheba, no tiene dudas: «Este material pertenece a Jerusalén». Sin embargo, no todo el mundo comparte el punto.

Un libro reciente de Louis Begley, «The Tremendous World I Have Inside My Head: Franz Kafka: A Biographical Essay» (El mundo tremendo dentro de mi cabeza. Un ensayo biográfico sobre Franz Kafka), que conmemora los 125 años del nacimiento del escritor, destaca justamente la profunda ambivalencia del escritor en cuanto a su identidad judía y, más ampliamente, a cualquier identidad colectiva. Kafka es el hombre que escribió: «¿Qué tengo en común con los judíos? Apenas tengo algo en común conmigo mismo, y debería estar parado en un rincón en silencio, satisfecho de que puedo respirar».

Por otra parte, Kafka aprendió hebreo, tomó el proyecto sionista en serio, y alguna vez especuló con mudarse a Jerusalén. En 1949, Dora Diamant, su última amante, en cuyos brazos Kafka muriera un cuarto de siglo antes, le escribió a Brod diciéndole que el sueño de toda la vida de Kafka había sido «hacer la aliya y venir a Israel», usando justamente la palabra hebrea que significa «inmigración»