Las cigüeñas son aves migratorias. Tienen sus rutas. No es que van por cualquier parte. En España, les encanta la zona central donde no es infrecuente encontrarlas en los campanarios de las iglesias o en los techos de las casas en la ruta de Santiago o en Salamanca.
El otro día, en cambio, decidieron visitar nuestro hospital, en pleno campo de Tarragona. Eran 3 y luego 4 y al final 8. El espectáculo fue tan insólito que llegué incluso a pensar que me encontraría el servicio de obstetricia en emergencia.
Una cosa fue segura: le arrancaron una sonrisa al personal que llegaba desde temprano, medio soñoliento y cuya expectativa – a esas horas- era la de simplemente retomar una rutina que transcurre año tras año, a partir de la misma hora, en el mismo sitio, mismos problemas.
Ocho cigueñas lograron que una bandada de humanos, absortos en su rutina, volaran con su imaginación por unos instantes…