La Sagrada Familia, un caleidoscopio de colores

La Sagrada Familia es uno de esos lugares a los que se puede regresar y siempre es la primera vez que se visita. Es tal el torbellino de colores y formas que  uno siente que entra en un caleidoscopio. Hay hojas, pétalos, frutos, animales, estrellas, palmeras, espigas que se repiten una y otra vez , todos bañados por un arcoiris de colores creado por la luz que insiste en colarse por sus agujereadas paredes y sus espléndidos vitrales.

Sorprende pensar que de la mente de Gaudí – un hombre tan profundamente religioso y camino a ser beatificado-  pudiera nacer una  arquitectura tan desenfadada, atrevida, divertida y al mismo tiempo pasmosa y deslumbrante. Hay en este templo algo divinamente irreverente. Lejos de ser un lugar de recojimiento, la Sagrada Familia se presenta como un reto del hombre ante la magnificiencia divina. Es casi un pecado de hibris.

Se que volveré. Y entonces la visitaré, nuevamente, por primera vez.