La tumba del poeta

Mucho se está publicando en estos días sobre el decepcionante resultado de la búsqueda de los restos del gran poeta Federico García Lorca. Realmente 1936 no parece un año tan remoto como para que no exista la certeza de donde se lanzó su cadáver pero  así es.  No se sabe donde está, sus descendientes  parecen tener poco interés en saberlo, los descendientes de sus verdugos y los partidos políticos actuales que simpatizan aún hoy en día con el franquismo mucho menos…

No quiero guardar en el estante de mi  biblioteca el último libro que me he leído, Sefarad, de Antonio Muños Molina. Quizás de esta manera logre perdurar el placer de la lectura de uno de los libros más impactantes y extraordinarios que he leído en mucho tiempo.

Pero como tendré eventualmente que colocarlo en su estante, no quiero dejar de copiar unas líneas maravillosas que hacen referencia a un  hecho poco notorio y es que el padre de Federico García Lorca, don Federico García Rodríguez (1859-1945) yace en una tumba en las afueras de Nueva York, que se llama Las Puertas del Cielo.  Muere lejos de su Granada , lugar donde prometió no volver nunca más una vez que asesinaron a su hijo.

En colinas ondulantes, miles de lápidas con apellidos irlandeses arropan la tumba de un hombre cuyo hijo » iba a morir antes que él y no tendría siquiera una sepultura visible, una simple lápida que recordara el punto exacto del barranco en el que lo ejecutaron«.

Seguirá pues la herida abierta, las culpas a flor de piel y el desanimo tan propio de la injusticia.