Leo hoy el obituario dedicado a la fotógrafa franco-marroquí Leila Alaoui (http://www.leilaalaoui.com/ ), quien fue asesinada junto a su conductor Mahamadi Ouédraog y 28 personas más en el ataque perpetrado por terroristas de Al Qaeda en Burkina Faso.
Como fotógrafa de gente «invisible», Alaoui se encontraba en esas tierras para hacer un reportaje sobre el grupo de invisibles mas numeroso de la Tierra, las mujeres. El islamismo se ha ocupado de hacer de ellas seres aún mas transparentes, ocultándolas en ataúdes de nombres exóticos: hijab, niqab, burka, al-amira, shayla, khimar, chador… Represión disfrazada de religiosidad.
La muerte de esta artista y de los inocentes que se encontraban en ese remoto lugar africano me genera doble indignación. Por una parte , el sinsentido de la violencia y por otra saber que no tardarán en aparecer las entrevistas, películas o comentarios de impresentables como Sean Penn, Oliver Stone o Michael Moore que nos dirán desde su púlpito la justificación detrás de estos crímenes perpetrados por delicuentes que – en palabras de Penn dedicadas al Chapo- » llegó al delito porque era la única manera de sobrevivir en un mundo atrofiado por la injusticia y los oligarcas».
Les copio el obituario publicado hoy en el País.
OBITUARIO
Leila Alaoui, fotógrafa de la gente invisible
La artista trabajaba en un documental sobre las mujeres cuando fue asesinada por una facción de Al Qaeda en El Magreb en Burkina Faso
FRANCISCO PEREGIL, El Pais
La fotógrafa franco marroquí Leila Alaoui era una de esas artistas que se empeñan en retratar a la gente invisible, la que nunca aparece en los medios. Hace varios años decidió recorrer Marruecos con una laboratorio fotográfico portátil para llegar a los lugares más recónditos. Logró plasmar la dignidad y el orgullo que emanan de personas olvidadas por los medios, el poder y el resto de la sociedad. De ese viaje, que ella consideraba todavía inacabado, nació uno de sus más célebres trabajos, Los Marroquíes.
Tenía una brillante carrera sus espaldas. Hija de un empresario marroquí y de una fotógrafa francesa, Alaoui nació hace 33 años en París y vivió su infancia en Marrakech. Estudió fotografía en la Universidad de Nueva York y vivía entre París, Marrakech y Beirut. Colaboró con el New York Times y la revista Vogue y había expuesto en el Instituto del Mundo Árabe, de París, en Dubai, Sevilla, Buenos Aires, Beirut, Amsterdam… Amnistía Internacional le encargó un reportaje fotográfico centrado en los derechos de las mujeres en Burkina Faso. Se encontraba el viernes 15 de enero en el café Capuccino, de la capital Uagadugú junto a su conductor, Mahamadi Ouédraog, cuando la locura del terrorismo islamista irrumpió en su vida.
En principio, Uagadugú no parecía un destino de alto riesgo, como señaló después Amnistía Internacional. Pero en el momento en que Leila conversaba por teléfono con su madre aparecieron varios terroristas de Al Qaeda en el Magreb (Alqmi), dispararon contra ella y su conductor y continuaron hacia el Hotel Splendid, que se encontraba en frente. Murieron treinta personas en el ataque. Entre ellos, su chófer Mahamadi Ouédraog, padre de cuatro hijos.
A Leila Alaoui le alcanzaron cinco balas, en el pulmón, el abdomen, el brazo, la pierna y el riñón. Fue operada en la Clínica Notre Dame durante seis horas y ya iba ser evacuada el martes hacia París cuando sucumbió el lunes por la noche a sus heridas. Las redes sociales de Marruecos se llenaron de mensajes de condolencia. El Estado marroquí se hizo cargo de los gastos del traslado de sus restos a Marruecos.
Desde Francia, el escritor franco marroquí Tahar Ben Jelloun escribió: “Ni su talento, ni su inteligencia, ni su sensibilidad, ni su belleza la han protegido. Leila Alaoui, una artista apasionada que sabía descubrir lo real detrás de la apariencia, mostrar el esplendor de un cuerpo detrás del velo de los prejuicios (…), ha sido víctima de la brutalidad salvaje en un momento en el que nadie lo esperaba”.
La calidad de su trabajo puede apreciarse en su blog. Para presentar su trabajo, Los marroquíes, escribió: “Los fotógrafos utilizan a menudo Marruecos como marco para fotografíar a los occidentales, para darles una impresión de glamour, mientras relegan a la gente local a una imagen rústica y de folclore, perpetuando así la mirada condescendiente del orientalismo. Yo he tratado de contrarrestar esa mirada adoptando en mis retratos técnicas de estudios análogas a las del fotógrafo Richard Avedon en su serie “In the American West”, que muestran a las personas con gran autonomía y elegancia, y reflejan el orgullo y la dignidad de cada individuo”