Mensaje en una botella

mensaje_en_la_botellaHoy han aparecido en la Vanguardia como en el País entrevistas a Vitali Shentalinski , un escritor siberiano que se encuentra en España dictando conferencias sobre sus libros dedicados a los escritores rusos aniquilados por el comunismo soviético.

Les copio las dos entrevistas porque en cada una hay frases impactantes.

A mi en lo particular me ha siempre llamado la atención como la sociedad es capaz , en su mayoría, de rechazar la extrema derecha y sus crimenes históricos y en cambio, muestra una actitud benevolente y permisiva hacia la izquierda así sea extrema. No es infrequente escuchar a la gente decir que son de izquierda, que apoyan dictadores de países comunistas y, peor aún , pontifican a aquellos que reclaman injusticias de estos regimen por haber tenido que sufrirlos en carne propia. Shentalinski  explica que la clave es la impunidad. Al no haber existido un Nuremberg que condenara estos crimenes , nunca se asimilaron y simplemente se han olvidado.

Hace años leí el libro «Gulag: a History» de Anne Applebaum. En el se habla de los 18 millones de personas que pasaron por el Gulag. Otros 6 millones fueron enviados al exilio , deportados a los desiertos de Kazakh o a Siberia donde hacían trabajos forzados. Para los que no pasaron por el Gulag, la vida en la sociedad «libre» era en si misma «un Gulag dentro del Gulag» . Esta escritora menciona, por ejemplo, como la reputación de Heidegger fue malograda por el apoyo que diera por un breve periodo al nazismo previo a que iniciara éste último a cometer sus atrocidades mientras que la reputación de Sastre no ha sido jamás cuestionada a pesar de su apoyo incondicional y agresivo  a Stalin, aún existiendo plenas evidencias de los crimenes de este.

Para Shentalinski , la historia de los escritores es la de la conciencia de un pueblo : «Se destruyó al colectivo como clase, sin ningún tipo de selección».

En la entrevista que le hace Ima Sanchís, Shentalinski hace mención a una anecdota de su vida donde consigue una botella con un mensaje que venía de USA. Se emocionó. Quiso contestarlo.

No se lo permitieron.

Vitali Shentalinski destapa la tercera caja negra del KGB
‘Crimen sin castigo’ cierra su estudio sobre la represión de intelectuales en la URSS
MARIBEL MARÍN – Madrid – 04/12/2007 
 
vitaliEra linotipista -nadie recuerda su nombre-, cometió la aberración de escribir mal la palabra Leningrado, y lo fusilaron. Como a Osip Mandelshtan, que osó hacer poesía sobre la figura de Stalin. Su muerte no mereció más que una fría marca roja en un cuaderno, como la de cientos de intelectuales represaliados durante el periodo soviético.

Dice Vitali Shentalinski (Siberia, 1939) que el KGB llegó a completar 200 enormes carpetas rojas con las pruebas de su máquina de exterminio. «Cuando abrí por primera vez esos tomos y los expedientes personales no pude evitar cerrarlos de golpe y mirar hacia otro lado», confiesa. «Pero recuperar esta memoria es como mirar los grabados de Goya: doloroso pero necesario». Él lo hizo, primero en el libro Esclavos de la libertad, después con Denuncia contra Sócrates y ahora con Crimen sin castigo, que culmina la trilogía (Galaxia Gutenberg).

Su cruzada contra «la amnesia histórica» comenzó hace ya dos décadas, cuando la perestroika abrió en Rusia nuevos horizontes de libertad. «Aquel periodo fue un reto histórico para nuestra sociedad. Se trataba de buscar nuevas fórmulas de vivir la vida y de reconocernos. Nuestro pasado en muchos aspectos estaba secuestrado, robado o falsificado Y necesitábamos saber de dónde veníamos», apunta. «Me interesaba en particular el estudio de la historia de los escritores porque constituyen la conciencia del pueblo ruso».

La cifra que aporta habla por sí sola. Durante el periodo soviético, cerca de 3.000 escritores fueron represaliados de un modo u otro. Y, aproximadamente, la mitad pereció en los campos de concentración o, sencillamente, fusilados. ¿Dónde desaparecieron? ¿Dónde están sus manuscritos? La perestroika abría la posibilidad de indagar en ello y Shentalinski se lo tomó como un reto personal. Organizó una comisión dedicada a la herencia literaria de los escritores represaliados, entró en la Lubianka, la sede de la KGB, y abrió su caja negra para descubrir informes clasificados, documentos que se creían perdidos, obras inéditas de represaliados y miserias, muchas miserias.

El carnet de Anna Ajmátova

El carnet de Anna Ajmátova

La poeta Anna Ajmátova, nada sospechosa de simpatizar con el régimen -a su marido lo ejecutaron por actividades antisoviéticas y ella misma estuvo condenada al ostracismo por chocar su poesía con el realismo socialista-, le regaló esta oda a Stalin el 21 de diciembre de 1949.

«Que el mundo recuerde este día para siempre, que esta hora sea legada a la eternidad. La leyenda habla de un hombre sabio que salvó a cada uno de nosotros de una muerte fatal«.

¿Qué le impulsó a escribirla y a publicarla en la revista Ogoniok? Amor de madre. Quería lograr con ello que el dictador intercediera por su hijo Lev Nikoláyevich Gumiliov, confinado en un campo de trabajo. Poco después, le escribió una carta de súplica. Stalin la ignoró.

El sistema propinó su azote más duro a los intelectuales con el terror rojo de los primeros tiempos de la revolución. «Se destruía al colectivo como clase, sin ningún tipo de selección», cuenta el periodista, escritor y autor de varios documentales sobre el tema. Una parte enorme fue expulsada, arrojada a la emigración por su oposición al régimen, o por no posicionarse a favor de él. Se asestaba un golpe tras otro a la poesía, la narrativa, la filosofía… Hasta llegar al clímax en el 37, cuando una pléyade de escritores -Serguéi Efrón, Leonid Kanneguíser, Yesenin, Kuzmín…- padeció la voracidad estalinista. El Gobierno conmemoró el centenario de Pushkin con una salva de disparos.

«Claro que hoy tampoco hay libertad. No sólo está presente la censura, sino que se constata un crecimiento», dice Shentalinski. «El asesinato de Anna Politkóvskaya fue un aviso a navegantes… Pero la opinión pública tiene una actitud muy apasionada con respecto al tema. Es como un magma subterráneo que está a punto de explotar y emerger al exterior». ¿Con la sonada victoria de Putin en las elecciones del domingo puede ir a peor? «No quiero perder la esperanza, pero es lo que temo». En todo caso, Rusia no es ni Putin ni Politkóvskaya, es mucho más. Lo que tiene que hacer es aprender a aguantarse sobre sus propias piernas. Adquirir conciencia de su propia dignidad.

Vitali Shentalinski, poeta, escritor e historiador ruso

Vitali Shentalisnski

Vitali Shentalisnski

«El pasado, como un dinosaurio, entra arrastrándose en el futuro»

 

IMA SANCHÍS  – 13/02/2009
Tengo 69 años. Nací en Siberia y vivo en Moscú. Licenciado en la Academia Naval. Fui explorador, escritor de la naturaleza, poeta e historiador. Casado. Tengo 2 hijos y 7 nietos. Me interesa el individuo, no la política. Entre Dios y cada uno no debe haber intermediarios

La primera parte de mi vida la dediqué a descubrir nuevas cosas en el espacio: estudiaba osos polares, fundaba parques nacionales en el Ártico.La segunda parte la dediqué a descubrir espacios nuevos en el tiempo.

¿Qué significa eso?

Conocer y explicar algo que era desconocido para los demás. Uno de esos agujeros negros era la famosa Lubianka, la sede del KGB, donde estaban sus archivos y en cuyo sótano había una cárcel en la que se interrogaba, torturaba y fusilaba.

Y se archivaban los expedientes y manuscritos de los escritores más famosos de la época.

Sí, durante los años del poder soviético desaparecieron dos mil escritores. Mi objetivo era sacar a relucir la verdad sobre la muerte y la vida de todos ellos. Organicé un comité que sólo fue posible durante los años de la perestroika, ni antes ni después.

¿Qué halló?

Lo más horrible eran las listas de fusilamiento. Hallé un manuscrito, una novela desconocida de Andrei Platonov, un genio. Y de Ossip Mandelshtam, Nikolai Kluyev, Marina Tsvetaeva, Maxim Gorki….

Cuénteme la historia de lo pequeño.

Cuando entré por primera vez en Lubianka, un oficial del KGB me dijo: «Es usted el primer escritor que viene a vernos voluntariamente».

Humor negro ruso.

Luego, cada expediente en que me adentraba era un horror. Algunos papeles estaban manchados con sangre…, un investigador que no era muy cuidadoso torturando. Era como caminar sobre un mar de mentiras del que se tenía que sacar una gota de verdad, porque los escritores bajo tortura acababan confesando que eran espías alemanes, franceses, japoneses…

¿Se ha superado la represión y el miedo?

El riesgo de las represiones sigue persistiendo; uno de los indicios es el crecimiento de la popularidad de Stalin.

¿Crece su popularidad?

Sí, porque el crimen cometido, el terror masivo estatal, quedó impune: es un crimen sin castigo. No tuvimos nuestro propio Nuremberg que declarara el terror estalinista crimen contra la humanidad, no supimos asimilarlo, y por eso ahora la actitud hacia Stalin y hacia el terror se va tergiversando; la gente empieza a olvidar lo que fue realmente.

¿Qué dicen de Stalin los libros escolares?

Su imagen se está embelleciendo y engrandeciendo. En nuestro país, la tarea de la recuperación de la memoria histórica fue trabajo de unos cuantos entusiastas, pero no del Estado. Vivimos la enfermedad de la amnesia y, por tanto, el pasado, como un dinosaurio, entra arrastrándose en el futuro.

¿Qué aprendió estudiando osos polares?

Fue una vida muy interesante, alegre y útil, porque exploraba animales en vías de extinción y me sentía como un salvador. Tanto en la primera parte de mi vida como en la segunda, me he dedicado a salvar la memoria del hombre.

Es usted hijo de un agricultor.

Vivíamos en un pueblo recóndito, en la ribera del río Kama. Fue el tiempo más feliz de mi vida, cuando lo tenía todo y no necesitaba nada. Creo que la infancia es el capital que se le da a uno para toda la vida, ya no se adquiere nada más. Dios nos da los bienes no por partes, sino de golpe, toda la vida de golpe, y después depende de cada cual cómo lo gaste o lo despilfarre.

¿Qué ha sido lo importante?

Corresponder con el destino divino que Dios tiene diseñado para ti. Es algo intuitivo, no tiene nada que ver con el razonamiento. Cuando estás frente a una elección, oyes aquella voz que te dice que aquello no es para ti; incluso si visiblemente ganas tomando ese camino, perderás más si no es el que te corresponde. Nunca tengas envidia.

¿Usted la ha tenido?

La envidia me parece un gran pecado, porque Dios nos ha dado tanto que no podemos pecar de avaricia. Y me parece esencial no ser mezquino, no intentar sacar provecho de cosas minúsculas, y confiar en el destino.

A veces es muy caprichoso, ahí tiene todos esos escritores de vidas segadas.

Sí, pero a pesar de todas las adversidades cumplieron su destino, materializaron su talento y ganaron: será a ellos a quienes nos llevemos al futuro y no a sus torturadores.

Entiendo.

Hay que aceptar los retos del destino, porque es sabio aunque nos parezca arbitrario. Yo ahora sé que nada en mi vida fue casual; cuando he confiado en el destino he ganado; no se puede ser más listo que el destino, pero eso se sabe después y no en el acto.

¿Cómo es su Dios?

No tiene rostro, pero cuando veo la belleza reconozco su trabajo: cuando una persona hace bien pese a que le salga más a cuenta el mal. Dios está disuelto en nuestras acciones y en los pensamientos que las preceden.

¿Qué idea se repite en su poesía?

La percepción de la vida como un milagro, algo que no me gustaría perder, porque si perdemos esta percepción, la vida se hace oscura y monótona. El niño que hay dentro de cada uno de nosotros es el que nos salva. Por más cansados y agobiados que estemos, cuando el niño se duerme, en lo último que piensa es en la mañana siguiente, y lo hace con ilusión. Sin esta percepción del milagro que está por venir no puede haber una vida plena independientemente de la edad.

 

El extranjero
Cuando, siendo militar, trabajó como radiotelegrafista de la estación polar, en la isla de Wrangel, encontró una carta dentro de una botella que venía de EE. UU. «Del otro lado del mundo, otro ser humano enviaba un mensaje, yo quería contestarle, estaba emocionado, pero me miraron con disgusto, estaba prohibido tener contacto con extranjeros». Siempre ha sido un pensador independiente interesado en los individuos más que en el grupo. En su trilogía sobre los archivos literarios del KGB (Esclavos de la libertad,Denuncia contra Sócrates y Crimen sin castigo,Galaxia Gutenberg), sobre lo que ha dado una conferencia en CaixaForum, se mezcla su propia vida, llena de valiosas reflexiones.