Cada día se presentaba distinto. Sol, lluvia, cielos grises, neblina. Pero nuestra aventura al centro de Vietnam, buscando el Parque Nacional de Phong Nha-Ke Bang, resultó ser toda una experiencia. Entre buses y guías que no terminaban de aparecer, llegamos a las puertas del parque a las 8 de la mañana de un día muy nublado.
Nuestro guía termino siendo un hombre encantador que nos llevó por un bosque hasta un templo dedicado a 8 jóvenes que quedaron atrapados en una pequeña gruta durante un bombardeo de la guerra americana. Es un lugar venerado por los locales y al que le llegamos tras recorrer en coche un lugar que recordaba mucho el Parque Henri Pittier (Venezuela).
Finalmente llegamos a los pies de un nui y empezamos a subir por unas escaleras que rodeaban la montaña y por la que ascendimos mas de 400 escalones.
Y alli estaba una de las joyas del parque: la gruta del Paraíso.
Creo que no hace falta decir sino ver. Las grutas hablan solas y aún en la soledad uno se siente acompañado por las infinitas estalactitas y estalagmitas con formas de elefantes, tortugas, cortinas, helados, aves, vírgenes,…
A la gran gruta de Phong Na, la descrita por el National Geographic no llegamos. Requiere una excursión de una semana.
Pero la gruta del Paraíso es ella sola un recorrido que deja huella.