Para los que no tenemos la oportunidad de ver nevar en casa, la presencia de estas sábanas brillantes cubriendo largas extensiones es siempre causa de asombro. Es un viaje a un mundo de cuentos, aquel donde los lobos se pasean por los bosques buscando niñas indefensas y marcando profundas huellas delatoras en la nieve recién caída del cielo; los pinos cargan kilos de motas blancas en cada rama. Las chimeneas humean y nos recuerdan que no hay mejor lugar que el interior de una cabaña bien calentita.
En Riedlhütte- un pequeño pueblo en la Selva Bávara- se puede visitar una pequeña empresa que sopla vidrios. En esta cabaña, los colores brillantes de los pigmentos contrastan con el exterior y pasar una tarde a punta de vino caliente viendo las pericias de dos sopladores, logra detener aún mas el vertiginoso paso del tiempo.