En territorio tarraconiense existe una ruta trazada entre campos de olivos y almendros. Es un camino desdibujado por el tiempo al punto de no quedar sendero alguno sino la mera sensación de su existencia. Tres son los monasterios sobrevivientes de lo que debió ser un entramado de empedradas calzadas por la que transitaron por siglos monjes y monjas, fieles en busca de alguna indulgencia, vendedores de reliquias, saqueadores de conventos….

El monasterio de Santa María de Santes Creus es parte de esta Trinidad monumental junto con Poblet y Vallbona de Les Monges.

Los capiteles del claustro principal impactan en el entramado de columnas. La iglesia nos recibe silenciosa y solitaria mientras los coloreados vitrales no logran contener el paso de luminosos rayos de sol.

Hace fresco. Es julio pero dentro del recinto el tiempo parece haberse detenido.