Este es el año del 4º centenario de la muerte del Greco. La ciudad se ha engalanado con figuras larguiruchas, de caras enjutas y ojos hundidos. Figuras piadosas, con miradas al cielo que buscan indulgencia; Magdalenas con gruesas lágrimas que asoman por húmedas esquinas de ojos vidriosos; hombres pertrechados con gruesos cuellos de encajes que miran a todas partes y a ninguna en particular.
El Greco llena cada rincón la escena del hoy y del ayer toledano. Trajo en su paleta fragmentos de iconos bizantinos, los pinceles con trazas del Tiziano y el alma impregnada de pinturas del Correggio. Su taller trabajo día y noche para cumplir con encargos llenos de santas imágenes cada iglesia, convento y capilla. Sus retablos dejan su huella arquitectónica en un mundo de pintura.
Toledo, ciudad de las muchas creencias. Toledo es Greco y sinagogas y escuela de traductores de Alfonso X. Es Cantiga de Santa María, es navaja y mazapán.
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