Amanece el día lluvioso. El escenográfico Castillo de Villandry nos muestra sus geométricos jardines y nos despide bajo una cortina de agua que nos obliga a hacer una pausa antes de seguir pedaleando. Nuestra siguiente etapa es el Castillo de Langeais, completamente amoblado con pesadas cortinas y arcones del renacimiento. Por sus salas deambulan unos turistas alemanes pertrechados de potentes cámaras digitales y vestidos con trajes de época.
Pero en la ruta notamos unos cúmulos verdes, redondeados sobre muchos árboles. Parecen adornos pero hay algo perturbador en su presencia. Resaltan por un verdor atípico.
Al llegar a nuestra etapa final, una hermosa casa de campo en Savigny en Véron (La Magnanerie, http://www.la-magnanerie-en-touraine.com/ ) constatamos que se trata de parásitos que están destruyendo árboles de la región.
La estadía en esta bella chambre d hotes bien vale el viaje. Dormimos un sueño reparador que nos preparó para el trayecto que nos restaba.