Las ultima etapa baja en intensidad cultural pero deleita la vista con paisajes de viñedos, bosques, casas trogloditas … Las pequeñas iglesias románicas nos recordaban de pasados mas antiguos, que precedieron en mucho a algunos de los castillos que visitamos.
El cruce de un pequeño riachuelo con una barcaza amarrada con cadenas agregó una pizca de aventura a una ruta placentera y grata en todo su trayecto al lado de un río amigable y tranquilo. Las flores silvestres se encargaron de engalanar la ruta y el clima fresco nos permitió recorrer decenas de kilómetros sabiendo que al final de cada etapa nos esperaría una orangina fría.