VILLA ROMANA LA OLMEDA, PALENCIA

Todo empezó con un tractor. El tractor de un campesino con nombre de conquistador: Don Javier Cortes. Y a partir de esos extraños trozos de arcilla pintada que empezaron a brotar de la tierra, salió toda ella, con sus colores, su gente, sus costumbres , su música, sus utensilios y por supuesto con todo el esplendor de sus mosaicos.  Se trata de la gran Villa Romana de la Olmeda (http://www.villaromanalaolmeda.com/?gclid=CLbMlbC9n60CFSEhtAodAlFenQ)

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=IbobyIEt9Rc&feature=related[/youtube]

Esta ciudadela de fines del siglo I o principios del II de época Flavia, perteneció a un  romano que decidió quedarse como colono en tierras palentinas para construirse esta gran villa al estilo de las casas de peristilo, de unos 3.000 metros cuadrados y mas de 1400 metros de mosaicos. Contaba con calefacción tipo suelo radiante, baños, habitaciones para la servidumbre, almacenes, cocina, lavandería, su propio cementerio, múltiples habitaciones y el gran salón de recibimiento cubierto de uno de los mosaicos más espléndidamente conservados.

La escena de aquel mosaico principal incluye rostros de los dueños de la casa, impresionantes escenas de cacería y en el centro, la historia de Aquiles, disfrazado de  mujer en la corte de Licomedes intentando evitar su destino:  ir a Troya a luchar en una guerra a la que no le veía sentido. El astuto Ulises, disfrazado de mercader, lo desenmascara ofreciendo al grupo de damiselas entre las que se esconde Aquiles, joyas, prendas y unas relucientes armas. Sólo Aquiles se lanza con apasionamiento sobre éstas, poniendo en evidencia su fervor de guerrero y  retomando la ruta indicada por aquel fatídico talón.

Las guías, las reconstrucciones 3D, las restauraciones, el todo permiten sumergirnos por un instante en un mundo remoto y sentirlo muy cercano.  Ubicado en las afueras del decadente Carrión de los Condes, etapa del Camino de Santiago, este bello museo de La Olmeda es un regalo al visitante que la encuentra súbitamente en la ruta, sin mayores avisos y aún no anunciada en las principales guías turísticas. En pleno campo, sin ningún otro referente a la vista, el visitante se siente un poco como el propio Javier Cortés, sorprendidos por aquella aparición del subsuelo que se presenta en todo su esplendor.

La villa vale por si sola un viaje. Un retorno a las raíces, una oportunidad para escarbar en nuestro inconsciente colectivo. Y , como aquel tractor, arar en nuestros orígenes.

Quisnam es nos? Qua es nos iens?