Xinran Xue y su retrato de la generación silenciada por Mao

Xinran Xue, periodista y escritora china que retrata la generación silenciada por Mao
«Sólo la luz puede destruir la oscuridad. Y el perdón es la luz»
Nací en 1958 en Pekín. Me gradué en Relaciones Internacionales en la Universidad Militar de China. Me instalé en Londres a los 40 años. Casada y con un hijo de 21 años. Me convertí en periodista en 1988 y me impactó conocer la historia con minúsculas de mi país: la de su gente
IMA SANCHÍS
La relación con mi madre ha marcado mi vida. He entrevistado a más de 200 personas que sufrieron el sinsentido de la revolución, pero no he podido saber qué le pasó a mi madre. Somos dos desconocidas.
Eso duele.
… Y me ha marcado observar cuán poco se valoran a sí mismas las mujeres en China.
Hábleme de su vida.
Mi padre era profesor en la Academia Militar; fue educado a la inglesa porque mi abuelo trabajaba en la General Electric. Mi madre proviene de una familia capitalista.
Al mes de nacer me enviaron con mis abuelos, como hacían millones de parejas. El partido era lo primero, luego el país, y la familia lo último. Conocí a mi madre a los 5 años.
¿Cuánto tiempo pudieron estar juntas?
Viví con mis padres hasta los 7 años en la base militar en la que trabajaban, hasta que la revolución cultural los encarceló durante diez años. Mi hermano, de 2 años, doce niños más y yo nos quedamos en la base bajo la custodia de los Guardias Rojos.
¿Hombres custodios?
Sí. Dormíamos en el suelo. Mi hermano tenía tanta hambre que intentaba mamar de mi pecho. Teníamos prohibido hablarnos y jugar. Por las noches los hombres venían a vernos, a veces se llevaban a uno. Le oíamos llorar. Hoy sé que los violaban. El miedo me persigue en mis sueños. Íbamos a la escuela de la base militar. Recuerdo…
Es algo de lo que no puedo ni hablar… Los otros niños se nos orinaban encima. Sin que hiciera nada malo, la gente me pegaba, me decían que yo era una niña muy mala, y yo les creía, por eso decidí que sería periodista y le contaría al mundo aquel horror.
Quiero encontrar a aquellos doce niños para que expliquen lo que vivieron, para que se lo saquen de dentro. Por desgracia, en China son millones las personas que han pasado por esta situación, pero les avergüenza hablar de ello y callan.
Cuánto sufrimiento.
Cuando he explicado esas vidas a los jóvenes estudiantes chinos no me han creído. Piensan que la revolución cultural fue algo heroico, cuando fue una burda lucha por el poder llena de terror, odio, e ignorancia… Mire mi nariz, está rota: tendría 7 años cuando otra niña me llamó con un gesto. Yo fui corriendo, contenta de que alguien quisiera jugar conmigo, y cuando estuve frente a ella me aplastó un ladrillo en toda la cara.
¿Por qué ese odio entre la gente?
Creo que forma parte de nuestro sistema de creencias y valores. Nos ha faltado una guía ética y moral, religiosa. Nuestros dioses han sido los emperadores y cada uno tenía su biblia. Tras cada reinado había una masacre. Y nos hemos sometido a un sistema legal fundamentado en el año 220 a. C. que dice que si una persona infringe la ley, tres de sus parientes deben ser asesinados.
Ley que imperó en China hasta 1912.
La gente desarrolló un gran temor entre familias. El Partido Comunista ha hecho cosas terribles, pero la responsable es la idiosincrasia china, basada en la desconfianza.
¿Qué le ha emocionado?
La capacidad de perdón de la gente que he entrevistado. Incluso yo, gracias a aquellos que me hirieron profundamente, me he abierto al perdón. Le contaré la historia de Lianshi, revolucionaria y heroína china.
La mujer de las dos pistolas.
… Tan rápida como un bandido, tan dura como un campesino. Durante la invasión japonesa, Lianshi combatía indistintamente con los comunistas y con los nacionalistas porque en aquella época nadie tenía muy claro quién era quién; pero cuando los nacionalistas decapitaron a su marido luchó sólo con los comunistas, y les dio grandes triunfos. Cuando subieron al poder ella era famosísima, y una camarada celosa denunció que había luchado junto a los nacionalistas.
Y la encarcelaron de por vida.
Sí, bastó una carta. Los que se encargaban de esas acusaciones eran gente sin educación. Lianshi lo perdió todo, sus hijos quedaron huérfanos, vivían de la basura. Antes de morir mandó llamar a su enemiga, quien le pidió disculpas, y Lianshi, sin hablar, llorando, le dio la pulsera que llevaba, una reliquia.
No entiendo por qué.
Es una paradoja, pero tan sólo la luz puede destruir la oscuridad. Y el perdón es la luz. Las emociones negativas – el odio, la rabia, el descontento…-son parte de la oscuridad.
También la impunidad es oscuridad.
Sin un sistema moral-religioso el perdón no existe. En 1990 recibí una carta de una mujer pobre, de pueblo, que había sido brutalmente violada por su esposo. Fui a verla con un médico y un policía para ayudarla, y la madre de ella me envenenó.
Qué absurdo.
Volví para preguntarle la razón. «Señora – me dijo-,usted es idiota, nuestros maridos son nuestros dioses. ¿Cómo puede pretender que mi hija vaya en contra de su dios?». La educación en valores humanos es la única vía para cambiar estas cosas.
¿Cuántos años estuvo viviendo bajo la vigilancia del Ejército Rojo?
Doce años, hasta que me convertí en periodista. Volví a encontrarme con mis padres, pero no hubo comunicación, sólo silencio.
¿Qué la hizo a usted ser diferente?
Escuchar a la gente, conocer su verdad.

«Sólo la luz puede destruir la oscuridad. Y el perdón es la luz»

Nací en 1958 en Pekín. Me gradué en Relaciones Internacionales en la Universidad Militar de China. Me instalé en Londres a los 40 años. Casada y con un hijo de 21 años. Me convertí en periodista en 1988 y me impactó conocer la historia con minúsculas de mi país: la de su gente
IMA SANCHÍS
La relación con mi madre ha marcado mi vida. He entrevistado a más de 200 personas que sufrieron el sinsentido de la revolución, pero no he podido saber qué le pasó a mi madre. Somos dos desconocidas.
Eso duele.
… Y me ha marcado observar cuán poco se valoran a sí mismas las mujeres en China.
Hábleme de su vida.
Mi padre era profesor en la Academia Militar; fue educado a la inglesa porque mi abuelo trabajaba en la General Electric. Mi madre proviene de una familia capitalista.
Al mes de nacer me enviaron con mis abuelos, como hacían millones de parejas. El partido era lo primero, luego el país, y la familia lo último. Conocí a mi madre a los 5 años.
¿Cuánto tiempo pudieron estar juntas?
Viví con mis padres hasta los 7 años en la base militar en la que trabajaban, hasta que la revolución cultural los encarceló durante diez años. Mi hermano, de 2 años, doce niños más y yo nos quedamos en la base bajo la custodia de los Guardias Rojos.
¿Hombres custodios?
Sí. Dormíamos en el suelo. Mi hermano tenía tanta hambre que intentaba mamar de mi pecho. Teníamos prohibido hablarnos y jugar. Por las noches los hombres venían a vernos, a veces se llevaban a uno. Le oíamos llorar. Hoy sé que los violaban. El miedo me persigue en mis sueños. Íbamos a la escuela de la base militar. Recuerdo…
Es algo de lo que no puedo ni hablar… Los otros niños se nos orinaban encima. Sin que hiciera nada malo, la gente me pegaba, me decían que yo era una niña muy mala, y yo les creía, por eso decidí que sería periodista y le contaría al mundo aquel horror.
Quiero encontrar a aquellos doce niños para que expliquen lo que vivieron, para que se lo saquen de dentro. Por desgracia, en China son millones las personas que han pasado por esta situación, pero les avergüenza hablar de ello y callan.
Cuánto sufrimiento.
Cuando he explicado esas vidas a los jóvenes estudiantes chinos no me han creído. Piensan que la revolución cultural fue algo heroico, cuando fue una burda lucha por el poder llena de terror, odio, e ignorancia… Mire mi nariz, está rota: tendría 7 años cuando otra niña me llamó con un gesto. Yo fui corriendo, contenta de que alguien quisiera jugar conmigo, y cuando estuve frente a ella me aplastó un ladrillo en toda la cara.
¿Por qué ese odio entre la gente?
Creo que forma parte de nuestro sistema de creencias y valores. Nos ha faltado una guía ética y moral, religiosa. Nuestros dioses han sido los emperadores y cada uno tenía su biblia. Tras cada reinado había una masacre. Y nos hemos sometido a un sistema legal fundamentado en el año 220 a. C. que dice que si una persona infringe la ley, tres de sus parientes deben ser asesinados.
Ley que imperó en China hasta 1912.
La gente desarrolló un gran temor entre familias. El Partido Comunista ha hecho cosas terribles, pero la responsable es la idiosincrasia china, basada en la desconfianza.
¿Qué le ha emocionado?
La capacidad de perdón de la gente que he entrevistado. Incluso yo, gracias a aquellos que me hirieron profundamente, me he abierto al perdón. Le contaré la historia de Lianshi, revolucionaria y heroína china.
La mujer de las dos pistolas.
… Tan rápida como un bandido, tan dura como un campesino. Durante la invasión japonesa, Lianshi combatía indistintamente con los comunistas y con los nacionalistas porque en aquella época nadie tenía muy claro quién era quién; pero cuando los nacionalistas decapitaron a su marido luchó sólo con los comunistas, y les dio grandes triunfos. Cuando subieron al poder ella era famosísima, y una camarada celosa denunció que había luchado junto a los nacionalistas.
Y la encarcelaron de por vida.
Sí, bastó una carta. Los que se encargaban de esas acusaciones eran gente sin educación. Lianshi lo perdió todo, sus hijos quedaron huérfanos, vivían de la basura. Antes de morir mandó llamar a su enemiga, quien le pidió disculpas, y Lianshi, sin hablar, llorando, le dio la pulsera que llevaba, una reliquia.
No entiendo por qué.
Es una paradoja, pero tan sólo la luz puede destruir la oscuridad. Y el perdón es la luz. Las emociones negativas – el odio, la rabia, el descontento…-son parte de la oscuridad.
También la impunidad es oscuridad.
Sin un sistema moral-religioso el perdón no existe. En 1990 recibí una carta de una mujer pobre, de pueblo, que había sido brutalmente violada por su esposo. Fui a verla con un médico y un policía para ayudarla, y la madre de ella me envenenó.
Qué absurdo.
Volví para preguntarle la razón. «Señora – me dijo-,usted es idiota, nuestros maridos son nuestros dioses. ¿Cómo puede pretender que mi hija vaya en contra de su dios?». La educación en valores humanos es la única vía para cambiar estas cosas.
¿Cuántos años estuvo viviendo bajo la vigilancia del Ejército Rojo?
Doce años, hasta que me convertí en periodista. Volví a encontrarme con mis padres, pero no hubo comunicación, sólo silencio.
¿Qué la hizo a usted ser diferente?
Escuchar a la gente, conocer su verdadXinran Xue, periodista y escritora china que retrata la generación silenciada por Mao
«Sólo la luz puede destruir la oscuridad. Y el perdón es la luz»
Nací en 1958 en Pekín. Me gradué en Relaciones Internacionales en la Universidad Militar de China. Me instalé en Londres a los 40 años. Casada y con un hijo de 21 años. Me convertí en periodista en 1988 y me impactó conocer la historia con minúsculas de mi país: la de su gente
IMA SANCHÍS
La relación con mi madre ha marcado mi vida. He entrevistado a más de 200 personas que sufrieron el sinsentido de la revolución, pero no he podido saber qué le pasó a mi madre. Somos dos desconocidas.
Eso duele.
… Y me ha marcado observar cuán poco se valoran a sí mismas las mujeres en China.
Hábleme de su vida.
Mi padre era profesor en la Academia Militar; fue educado a la inglesa porque mi abuelo trabajaba en la General Electric. Mi madre proviene de una familia capitalista.
Al mes de nacer me enviaron con mis abuelos, como hacían millones de parejas. El partido era lo primero, luego el país, y la familia lo último. Conocí a mi madre a los 5 años.
¿Cuánto tiempo pudieron estar juntas?
Viví con mis padres hasta los 7 años en la base militar en la que trabajaban, hasta que la revolución cultural los encarceló durante diez años. Mi hermano, de 2 años, doce niños más y yo nos quedamos en la base bajo la custodia de los Guardias Rojos.
¿Hombres custodios?
Sí. Dormíamos en el suelo. Mi hermano tenía tanta hambre que intentaba mamar de mi pecho. Teníamos prohibido hablarnos y jugar. Por las noches los hombres venían a vernos, a veces se llevaban a uno. Le oíamos llorar. Hoy sé que los violaban. El miedo me persigue en mis sueños. Íbamos a la escuela de la base militar. Recuerdo…
Es algo de lo que no puedo ni hablar… Los otros niños se nos orinaban encima. Sin que hiciera nada malo, la gente me pegaba, me decían que yo era una niña muy mala, y yo les creía, por eso decidí que sería periodista y le contaría al mundo aquel horror.
Quiero encontrar a aquellos doce niños para que expliquen lo que vivieron, para que se lo saquen de dentro. Por desgracia, en China son millones las personas que han pasado por esta situación, pero les avergüenza hablar de ello y callan.
Cuánto sufrimiento.
Cuando he explicado esas vidas a los jóvenes estudiantes chinos no me han creído. Piensan que la revolución cultural fue algo heroico, cuando fue una burda lucha por el poder llena de terror, odio, e ignorancia… Mire mi nariz, está rota: tendría 7 años cuando otra niña me llamó con un gesto. Yo fui corriendo, contenta de que alguien quisiera jugar conmigo, y cuando estuve frente a ella me aplastó un ladrillo en toda la cara.
¿Por qué ese odio entre la gente?
Creo que forma parte de nuestro sistema de creencias y valores. Nos ha faltado una guía ética y moral, religiosa. Nuestros dioses han sido los emperadores y cada uno tenía su biblia. Tras cada reinado había una masacre. Y nos hemos sometido a un sistema legal fundamentado en el año 220 a. C. que dice que si una persona infringe la ley, tres de sus parientes deben ser asesinados.
Ley que imperó en China hasta 1912.
La gente desarrolló un gran temor entre familias. El Partido Comunista ha hecho cosas terribles, pero la responsable es la idiosincrasia china, basada en la desconfianza.
¿Qué le ha emocionado?
La capacidad de perdón de la gente que he entrevistado. Incluso yo, gracias a aquellos que me hirieron profundamente, me he abierto al perdón. Le contaré la historia de Lianshi, revolucionaria y heroína china.
La mujer de las dos pistolas.
… Tan rápida como un bandido, tan dura como un campesino. Durante la invasión japonesa, Lianshi combatía indistintamente con los comunistas y con los nacionalistas porque en aquella época nadie tenía muy claro quién era quién; pero cuando los nacionalistas decapitaron a su marido luchó sólo con los comunistas, y les dio grandes triunfos. Cuando subieron al poder ella era famosísima, y una camarada celosa denunció que había luchado junto a los nacionalistas.
Y la encarcelaron de por vida.
Sí, bastó una carta. Los que se encargaban de esas acusaciones eran gente sin educación. Lianshi lo perdió todo, sus hijos quedaron huérfanos, vivían de la basura. Antes de morir mandó llamar a su enemiga, quien le pidió disculpas, y Lianshi, sin hablar, llorando, le dio la pulsera que llevaba, una reliquia.
No entiendo por qué.
Es una paradoja, pero tan sólo la luz puede destruir la oscuridad. Y el perdón es la luz. Las emociones negativas – el odio, la rabia, el descontento…-son parte de la oscuridad.
También la impunidad es oscuridad.
Sin un sistema moral-religioso el perdón no existe. En 1990 recibí una carta de una mujer pobre, de pueblo, que había sido brutalmente violada por su esposo. Fui a verla con un médico y un policía para ayudarla, y la madre de ella me envenenó.
Qué absurdo.
Volví para preguntarle la razón. «Señora – me dijo-,usted es idiota, nuestros maridos son nuestros dioses. ¿Cómo puede pretender que mi hija vaya en contra de su dios?». La educación en valores humanos es la única vía para cambiar estas cosas.
¿Cuántos años estuvo viviendo bajo la vigilancia del Ejército Rojo?
Doce años, hasta que me convertí en periodista. Volví a encontrarme con mis padres, pero no hubo comunicación, sólo silencio.
¿Qué la hizo a usted ser diferente?
Escuchar a la gente, conocer su verdad.

xinran xueLa entrevista del día sábado 19 /9/2009 en La Contra de la Vanguardia es realmente escalofriante. Es a la periodista china Xinran Xue , mujer que escribe sobre mujeres ( Born a woman in China/Miss Chopsticks/Sky Burial, an Epic love story in Tibet/China Witness: Voices from a silent generation).  Entre los temas que toca, hay uno  que se repite en las narraciones sobre la vida del ciudadano común en los régimenes de izquierda: el horror, la inhumanidad. «El partido primero, luego el país y la familia lo último»  es la frase  que abre las puertas a una niña de 7 años a un infierno. La llamada revolución cultural no fué otra cosa que odio, resentimiento, traición.

Es muy interesante como esta periodista china hace entender que detrás de tanto horror en manos del partido había una sociedad sin valores, amoral.  ¿Acaso los gobernantes inmorales reflejan ese lado oscuro de la sociedad que tanto nos negamos a ver?

Xinran Xue, periodista y escritora china que retrata la generación silenciada por Mao

«Sólo la luz puede destruir la oscuridad. Y el perdón es la luz»

Nací en 1958 en Pekín. Me gradué en Relaciones Internacionales en la Universidad Militar de China. Me instalé en Londres a los 40 años. Casada y con un hijo de 21 años. Me convertí en periodista en 1988 y me impactó conocer la historia con minúsculas de mi país: la de su gente

IMA SANCHÍS , La Contra. La Vanguardia 19/9/2009
La relación con mi madre ha marcado mi vida. He entrevistado a más de 200 personas que sufrieron el sinsentido de la revolución, pero no he podido saber qué le pasó a mi madre. Somos dos desconocidas.

Eso duele.

… Y me ha marcado observar cuán poco se valoran a sí mismas las mujeres en China.

Hábleme de su vida.

Mi padre era profesor en la Academia Militar; fue educado a la inglesa porque mi abuelo trabajaba en la General Electric. Mi madre proviene de una familia capitalista.

Al mes de nacer me enviaron con mis abuelos, como hacían millones de parejas. El partido era lo primero, luego el país, y la familia lo último. Conocí a mi madre a los 5 años.

¿Cuánto tiempo pudieron estar juntas?

Viví con mis padres hasta los 7 años en la base militar en la que trabajaban, hasta que la revolución cultural los encarceló durante diez años. Mi hermano, de 2 años, doce niños más y yo nos quedamos en la base bajo la custodia de los Guardias Rojos.

¿Hombres custodios?

Sí. Dormíamos en el suelo. Mi hermano tenía tanta hambre que intentaba mamar de mi pecho. Teníamos prohibido hablarnos y jugar. Por las noches los hombres venían a vernos, a veces se llevaban a uno. Le oíamos llorar. Hoy sé que los violaban. El miedo me persigue en mis sueños. Íbamos a la escuela de la base militar. Recuerdo…

Es algo de lo que no puedo ni hablar… Los otros niños se nos orinaban encima. Sin que hiciera nada malo, la gente me pegaba, me decían que yo era una niña muy mala, y yo les creía, por eso decidí que sería periodista y le contaría al mundo aquel horror.

Quiero encontrar a aquellos doce niños para que expliquen lo que vivieron, para que se lo saquen de dentro. Por desgracia, en China son millones las personas que han pasado por esta situación, pero les avergüenza hablar de ello y callan.

Cuánto sufrimiento.

Cuando he explicado esas vidas a los jóvenes estudiantes chinos no me han creído. Piensan que la revolución cultural fue algo heroico, cuando fue una burda lucha por el poder llena de terror, odio, e ignorancia… Mire mi nariz, está rota: tendría 7 años cuando otra niña me llamó con un gesto. Yo fui corriendo, contenta de que alguien quisiera jugar conmigo, y cuando estuve frente a ella me aplastó un ladrillo en toda la cara.

¿Por qué ese odio entre la gente?

Creo que forma parte de nuestro sistema de creencias y valores. Nos ha faltado una guía ética y moral, religiosa. Nuestros dioses han sido los emperadores y cada uno tenía su biblia. Tras cada reinado había una masacre. Y nos hemos sometido a un sistema legal fundamentado en el año 220 a. C. que dice que si una persona infringe la ley, tres de sus parientes deben ser asesinados.

Ley que imperó en China hasta 1912.

La gente desarrolló un gran temor entre familias. El Partido Comunista ha hecho cosas terribles, pero la responsable es la idiosincrasia china, basada en la desconfianza.

¿Qué le ha emocionado?

La capacidad de perdón de la gente que he entrevistado. Incluso yo, gracias a aquellos que me hirieron profundamente, me he abierto al perdón. Le contaré la historia de Lianshi, revolucionaria y heroína china.

La mujer de las dos pistolas.

… Tan rápida como un bandido, tan dura como un campesino. Durante la invasión japonesa, Lianshi combatía indistintamente con los comunistas y con los nacionalistas porque en aquella época nadie tenía muy claro quién era quién; pero cuando los nacionalistas decapitaron a su marido luchó sólo con los comunistas, y les dio grandes triunfos. Cuando subieron al poder ella era famosísima, y una camarada celosa denunció que había luchado junto a los nacionalistas.

Y la encarcelaron de por vida.

Sí, bastó una carta. Los que se encargaban de esas acusaciones eran gente sin educación. Lianshi lo perdió todo, sus hijos quedaron huérfanos, vivían de la basura. Antes de morir mandó llamar a su enemiga, quien le pidió disculpas, y Lianshi, sin hablar, llorando, le dio la pulsera que llevaba, una reliquia.

No entiendo por qué.

Es una paradoja, pero tan sólo la luz puede destruir la oscuridad. Y el perdón es la luz. Las emociones negativas – el odio, la rabia, el descontento…-son parte de la oscuridad.

También la impunidad es oscuridad.

Sin un sistema moral-religioso el perdón no existe. En 1990 recibí una carta de una mujer pobre, de pueblo, que había sido brutalmente violada por su esposo. Fui a verla con un médico y un policía para ayudarla, y la madre de ella me envenenó.

Qué absurdo.

Volví para preguntarle la razón. «Señora – me dijo-,usted es idiota, nuestros maridos son nuestros dioses. ¿Cómo puede pretender que mi hija vaya en contra de su dios?». La educación en valores humanos es la única vía para cambiar estas cosas.

¿Cuántos años estuvo viviendo bajo la vigilancia del Ejército Rojo?

Doce años, hasta que me convertí en periodista. Volví a encontrarme con mis padres, pero no hubo comunicación, sólo silencio.

¿Qué la hizo a usted ser diferente?

Escuchar a la gente, conocer su verdad.

 

La sombra del miedo
Quería que me hablara de esa generación que fue víctima del maoísmo y que retrata en su magnífico libro Generación Mao,un trabajo de veinte años de investigación que inició con Nacer mujer en China: las voces silenciadas,ambos publicados por Emecé. («Las chinas creen que esos hombres que abusan de ellas son sus dioses y se sienten indefensas e inútiles».) Pero acabamos revisando su propia historia, que me contó entre lágrimas. A ella también le alcanzó la sinrazón de la revolución, el trato cruel y arbitrario que recibieron millones de chinos. Por tener una cámara de fotos o por hablar con entusiasmo de tus hijos eras considerado burgués, y castigado. «Todo el mundo tenía miedo constantemente».